La bola brillante - La Paella
Los días suelen transcurrir parecidos unos a otros y combatir esa rutina, muchas veces tornada en aburrimiento, se convierte en principal labor y el recurso más general suele ser la preocupación por la salud con su corolario de dietas, ejercicios, visitas al médico y toma de medicamentos.
Repentinamente ocurre que un día no es igual que los demás, como si de la yuxtaposición de las intrincadas lineas del destino hubiese aparecido una bola de un color. Puede tratarse de un color definido o cualquier color de la infinita posibilidad de combinaciones y mezclas. Las bolas negras nos aterran y pretendemos vivir ignorando su existencia y a ello nos ayuda el hecho que con mucha más frecuencia nos aparecen bolas de otras tonalidades. En el tarot la carta de la muerte es una entre veintidós.
La preocupación por la salud, mentada antes, pretende también exorcisar las bolas negras por lo que a uno mismo se refiere.
Podríamos considerar que una persona no es madura hasta que acepta conscientemente que las bolas negras tarde o temprano aparecerán.
Trataremos de un día en la vida de Liti Püttys en que le aparecieron dos bolas brillantes, a las que también podríamos llamar bolas de luz, ya que le portaban Iluminación.
Llamaremos Iluminación a la toma de conciencia súbita de una nueva manera de ver las cosas o al descubrimiento de una nueva verdad transformadora.
Liti Püttys solía acudir a un caserón de las afueras en donde el padre de un amigo suyo hacía un mediodía semanalmente una paella para un grupo de amigos, muchos de los asistentes eran caras frecuentes y de tanto en tanto un nuevo rostro aparecía...
Cuando la paella fue servida Liti Püttys le comentó a Mames que nunca había comido allí una paella mala y que sin embargo nunca dos habían sido iguales, siempre salían distintas incluso con idénticos ingredientes.
- Lo que dices, respondió Mames, me hace recordar la idea del infinito que explica Práxedis en 6969 Delenda est Imbecillitas (busca en google).
- A partir de sus ideas he desarrollado una bonita especulación sobre lo ignoto que si te apetece te cuento.
- Cuenta, cuenta, fue la respuesta de Liti Püttys, picada de curiosidad por saber que podría decir Mames.
- Según los antiguos egipcios el Ka era una sustancia inmaterial, un fluido primordial del que provenían todas las cosas y que las conducía y gobernaba. El Ka era la fuerza omnipresente que hacía que todo fuese.
- Actualizando el concepto he creado una palabra adaptada a nuestro presente: ubiquiones, que vendrían a ser como las partículas en la física aunque quizás no tendrían nada que ver con la física conocida y por tanto no habría forma de detectarlos ni teorizarlos...
El pasmo se ha apoderado de Liti Püttys. Intuitivamente siempre creyó en el poder invisible y ahora tiene delante a Mames que le ha sabido dar un contexto coherente y elegante y que procede del intelecto, que no responde a fantasías que exijen adoración y obediencia. Jamás hubiese pensado que cosa tal era posible y encima, inesperadamente, le ha llegado a sus oídos.
Reflexiona que la existencia o no existencia de los ubiquiones es independiente de la creencia, no se trata de fe sino de conocimiento y como ha señalado Mames quizás su propia naturaleza...
Continúa la comida con postres proveídos, al igual que el vino, por los invitados y ya con los efectos de la bebida alegrando el ambiente, dice Talali mientras devora un trozo generoso de ensaimada de crema quemada.
- Se me ha ocurrido que se tendría que crear una marca que identificase a los buenos camellos. Ya que este comercio no va a desaparecer y encima probablemente es el más rentable del mercado y también uno de los más importantes, una marca de calidad ayudaría a los compradores a elegir suministrador. La distinción se podría llamar CaTi, acrónimo de el camello que piensa en ti.
Risas y un aplauso general...
Sigue el relato según se escribe en Antroom